Durante su alocución en la noche del 7 de marzo, el presidente Nicolás Maduro anunció una serie de iniciativas interconexas con el devenir geopolítico que se desarrolla con el despliegue de la operación militar especial de Rusia en Ucrania.
Grupo de Investigación y Análisis venezolano
Durante su alocución en la noche del 7 de marzo, el presidente Nicolás Maduro anunció una serie de iniciativas interconexas con el devenir geopolítico que se desarrolla con el despliegue de la operación militar especial de Rusia en Ucrania.
Junto al alto mando militar y el consejo de vicepresidentes del Gobierno Bolivariano presentó las conclusiones de la evaluación que llevó a cabo el ejecutivo nacional en torno al escenario mundial, “los efectos de todo tipo” que se desprenden del conflicto armado más importante en la actualidad.
Tomando en cuenta el cuadro global, el primer mandatario informó que “estamos haciendo todo lo que esté a nuestro alcance para que en cualquier circunstancia que le toque vivir a la humanidad sea un buen tiempo para Venezuela. Nadie nos va a regalar nada. Todo será producto de nuestro propio esfuerzo”.
Los esfuerzos para aumentar la producción petrolera en los últimos meses, así como la dinamización del escenario económico nacional convergen con esa idea, junto con el fin de la hiperinflación en Venezuela y los golpes a las mafias de la gasolina y el narcotráfico y el terrorismo en el marco de la Operación Escudo Bolivariano 2022.
De la mano con la evidencia empírica de lo que está sucediendo en el país, las declaraciones presidenciales dan cuenta de la posición previsiva y asertiva del directorio bolivariano en el marco actual del conflicto, tanto en Ucrania como en Venezuela y el mundo.
No en balde el Presidente declaró que, desde Venezuela, “estamos gravemente preocupados por la posibilidad de una guerra en Europa y su proyección a otros rincones del mundo, que agrave la situación en muchas regiones”.
En esa línea, dijo que “la locura se ha apoderado de los más importantes dirigentes de Occidente”, en referencia implícita a los gobernantes de Estados Unidos, Reino Unido, la Unión Europea (UE) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), para enunciar una alarma en torno al desarrollo del conflicto en Ucrania: “Se pudiera constituir en una Tercera Guerra Mundial”.
Mencionó los impactos económicos y comerciales “en el campo de la energía, de los alimentos, de bienes y servicios” y en el aspecto de la seguridad. “Ya estamos evaluando posibles efectos en Venezuela”, señaló el presidente Maduro, añadiendo luego que se comenzaron a tomar medidas socioeconómicas al respecto.
Pero el anuncio más importante en el terreno de este tema vino a continuación, cuando después de alertar sobre el “momento muy peligroso” que encaramos en el mundo entero, el Jefe del Estado anunció que Venezuela buscará los caminos diplomáticos que establezcan las condiciones para entablar un “acuerdo de paz” entre la Federación Rusa y Ucrania.
Bajo la vía diplomática, de acuerdo al Presidente, se llamará a diálogo entre las partes enfatizando el hecho de que hay actores externos (Estados Unidos/OTAN) que tantean las distintas posibilidades para azuzar el conflicto militar. La idea consiste en “no escalar el conflicto a una guerra europea”.
De esta manera, Venezuela jugará un papel activo en el campo de la diplomacia “para que en los distintos escenarios del mundo se trabaje por la paz”.
Es una retórica que, ante todo momento, incluso en los momentos más álgidos del choque con los factores destituyentes (externos e internos) en Venezuela, se ha traducido en una acción política correspondiente.
En el presente marco conflictivo de alta tensión, el primer mandatario no dudó en apoyar a Rusia en sus demandas securitarias, con la denuncia de los planes de expansión de la OTAN dirigido por Estados Unidos y del incumplimiento de los acuerdos que se han firmado para que no llegara esta situación por parte de Ucrania y los poderes detrás del gobierno de Zelenski: estos “son los primeros responsables para buscar soluciones a este conflicto”.
Sin embargo, está claro que no se le puede delegar un hipotético escenario de diálogo y negociación a quienes han incitado el conflicto actual en Eurasia. El análisis de la situación y de los actores involucrados llevó al presidente Maduro a anunciar que Venezuela se activará, como un deber, “en todos los foros mundiales para que se garantice la paz y las garantías de seguridad para Rusia”.
En la misma senda de análisis y anuncios en el campo diplomático venezolano, el Presidente informó que se reactiva y dinamiza el proceso de diálogo nacional “con todos los factores políticos, económicos, religiosos del país. Vamos a un reformateo de un proceso de diálogo nacional, más inclusivo, más amplio y abarcador con todos los sectores de la vida nacional”.
Se entiende que, desde el alto mando político y militar, el proceso anterior con sede en México fracasó, siendo dinamitado por factores ajenos a la coyuntura nacional. Como bien es sabido, la injerencia estadounidense jugó un papel crucial en la dinámica de la mesa de diálogo y negociación que terminó siendo pateada desde Washington con el secuestro ilegal del enviado diplomático venezolano Alex Saab desde su detención política en Cabo Verde.
Esta decisión del ejecutivo nacional está ligada a la vista del sábado 5 de marzo de una delegación estadounidense al Palacio de Miraflores, para una reunión en la que se conversó de manera “respetuosa, cordial, muy diplomática durante dos horas” con los enviados de la Casa Blanca en materias de energía, seguridad y otros temas de interés hemisférico.
Es importante recalcar el hecho de que el gobierno de Joe Biden vino hasta Caracas para concretar esta reunión, y no al revés, lo que dice mucho en torno a la fragilidad de sus intereses en el hemisferio occidental, con la escalada de acciones coercitivas sobre la Federación Rusa amenazando la asunción de una estanflación que podría cobrarse en el plano político y, sobre todo, social en el corazón de los Estados Unidos. De ahí la urgencia por parte de la Casa Blanca de abrir un canal diplomático directo con Venezuela, pasando de la irrelevancia que representa el “interinato guaidosiano” creado por la administración de Donald Trump.
A tono con la égida de la senda diplomática, el gobierno venezolano ratificó la voluntad para avanzar hacia una agenda en común “que permita el bienestar y la paz de nuestro hemisferio”.
Para ello, de acuerdo a lo señalado por el Presidente, “se acordó trabajar en una agenda con la delegación de Estados Unidos”, confirmando que todos los reportes en torno al encuentro en Miraflores provenientes de las agencias y medios occidentales han sido fabricados con base a mentiras y desinformación, como es usual.
Las consecuencias que traen las medidas de Estados Unidos y la UE contra la Federación Rusa expresan un riesgo en el tiempo presente para las dinámicas económicas, financieras y comerciales en todo el mundo.
Los escenarios de recesión y alta inflación (estanflación) en los países del capitalismo central son cada vez más inminentes, con la subida vertiginosa de los precios del petróleo y el gas y la crisis alimentaria que podría derivarse de ella.
Los mercados financieros, que dan el tono de marcha a los precios de las commodities, “comienzan a quebrarse” con el panorama de escalada que la OTAN propicia con el envío de armas, logística para el flujo de mercenarios y paramilicias neonazis y el despliegue de la guerra informativa y de operaciones psicológicas provenientes de Occidente en el conflicto ucro-ruso.
El mundo interconectado en el que vivimos, basado en complejas cadenas de suministro bajo el manto de la división internacional del trabajo, se está agrietando, agravando el escenario que ya estaba dejando el escenario pandémico en el plano económico, financiero y comercial.
Venezuela, inserta en la dinámica petrolera mundial, cumple un papel importante en la seguridad energética del hemisferio occidental, siendo un miembro fundamental de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) más Rusia (OPEP+).
Los canales de diálogo en la organización multilateral energética serán vitales “para estabilizar los precios del mercado petrolero y del gas”, según lo señalado por el presidente Maduro durante su alocución.
Pero, asimismo, para que Venezuela pueda tener un mayor poder incisivo en la dinámica petrolera mundial se debe recuperar a la estatal PDSVA de todos los embates sufridos durante estos años de embargo y bloqueo sobre la República Bolivariana.
El acceso venezolano al crédito internacional es clave en este escenario, un punto que muy probablemente haya sido discutido con la delegación estadounidense, si nos atenemos a las palabras del primer mandatario: “Lo vengo diciendo desde hace tiempo. Estamos preparados para avanzar en la producción de 2 ó 3 millones de barriles”.
Si el gobierno de Estados Unidos realmente tomará la decisión de aplicar un embargo petrolero a Rusia, y pretende suplantar sus importaciones energéticas con el mercado venezolano, las primeras medidas en buena fe de ello deben consistir en el levantamiento de las disposiciones unilaterales coercitivas a Venezuela que desde hace un tiempo minan las relaciones entre ambos países del hemisferio.
En conclusión, el presidente Nicolás Maduro valora el momento histórico desde una perspectiva venezolano conciliando los tiempos políticos y diplomáticos en esta parte del planeta con la guerra en el nervio axial de Eurasia, dando un paso adelante ante el escenario de conflicto: “Es el tiempo de la diplomacia, de la palabra, de la verdad y de la paz para que la situación no escale y todos perdamos”
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