Hasta el momento, la Asamblea General de las Naciones Unidas ha adoptado tres resoluciones con el objetivo de rechazar la intervención militar de Rusia contra Ucrania.
Analista de Política Internacional
Hasta el momento, la Asamblea General de las Naciones Unidas ha adoptado tres resoluciones con el objetivo de rechazar la intervención militar de Rusia contra Ucrania. La primera, titulada “Agresión contra Ucrania”, fue aprobada el pasado 2 de marzo, con el voto a favor de 141 países (5 votos en contra y 35 abstenciones). La segunda, titulada “Consecuencias humanitarias de la agresión contra Ucrania”, fue adoptada el 24 de marzo, con el apoyo de 140 países (5 votos en contra y 38 abstenciones). La tercera, titulada “Suspensión de los derechos de la Federación de Rusia a formar parte del Consejo de Derechos Humanos”, fue aprobada el 7 de abril, con el voto favorable de 93 países (24 votos en contra y 58 abstenciones).
Teniendo en cuenta las posiciones asumidas en cada uno de estos procesos, los Estados miembros de la ONU podrían clasificarse en tres grupos principales, a saber: 1) los que apoyaron las tres resoluciones, 2) los que apoyaron las dos primeras, pero no la tercera y 3) los que no apoyaron1 ninguna de las tres resoluciones2, según se ilustra en la siguiente tabla:
Países que apoyaron las tres resoluciones (91) | Albania, Alemania, Andorra, Antigua y Barbuda, Argentina, Australia, Austria, Bahamas, Bélgica, Bosnia y Herzegovina, Bulgaria, Canadá, Chad, Chequia, Chile, Chipre, Colombia, Corea del Sur, República Democrática del Congo, Costa de Marfil, Costa Rica, Croacia, Dinamarca, Ecuador, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estados Unidos, Estonia, Fiyi, Filipinas, Finlandia, Francia, Georgia, Granada, Grecia, Guatemala, Haití, Honduras, Hungría, Irlanda, Islandia, Islas Marshall, Israel, Italia, Jamaica, Japón, Kiribati, Letonia, Liberia, Libia, Liechtenstein, Lituania, Luxemburgo, Macedonia del Norte, Malaui, Malta, Mauricio, Micronesia, Moldavia, Mónaco, Montenegro, Myanmar, Nauru, Noruega, Nueva Zelanda, Países Bajos, Palaos, Panamá, Papúa Nueva Guinea, Paraguay, Perú, Polonia, Portugal, Reino Unido, República Dominicana, Rumanía, Samoa, San Marino, Santa Lucía, Serbia, Seychelles, Sierra Leona, Suecia, Suiza, Timor Oriental, Tonga, Turquía, Tuvalu, Ucrania y Uruguay. |
Países que apoyaron las dos primeras, pero no la tercera (45) | Afganistán, Arabia Saudita, Baréin, Barbados, Belice, Benín, Bután, Brasil, Cabo Verde, Camboya, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Gabón, Gambia, Ghana, Guyana, Indonesia, Islas Salomón, Jordania, Kenia, Kuwait, Lesoto, Líbano, Malasia, Maldivas, Mauritania, México, Nepal, Níger, Nigeria, Omán, Qatar, Ruanda, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Santo Tomé y Príncipe, Singapur, Surinam, Tailandia, Trinidad y Tobago, Túnez, Vanuatu, Yemen, Yibuti, Zambia. |
Países que no apoyaron ninguna de las tres resoluciones (48) | Angola, Argelia, Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Bolivia, Burkina Faso, Burundi, Camerún, China, Congo, Corea del Norte, Cuba, El Salvador, Eritrea, Esuatini, Etiopía, Guinea, Guinea Ecuatorial, Guinea-Bisáu, India, Irán, Kazajistán, Kirguistán, Laos, Madagascar, Mali, Marruecos, Mongolia, Mozambique, Namibia, Nicaragua, Pakistán, República Centroafricana, Rusia, Siria, Sri Lanka, Sudáfrica, Sudán, Tanzania, Tayikistán, Togo, Turkmenistán, Uganda, Uzbekistán, Venezuela, Vietnam y Zimbabue. |
En un sentido coyuntural, la guerra en Ucrania es en estos momentos el tema central de la política internacional. A su vez, este conflicto parecería estar funcionando como un catalizador de procesos con mucha mayor envergadura estratégica a nivel global, que ya llevaban varios años en gestación y desarrollo: la profunda redistribución del poder a nivel internacional y, como consecuencia de ella, la nueva Guerra Fría de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN contra una asociación cada vez más estrecha (que previsiblemente podría transformarse en una verdadera alianza) entre China y Rusia. En tal sentido, por tratarse del órgano más representativo de las Naciones Unidas, las votaciones en su Asamblea General constituyen un indicador muy útil sobre los procesos de alineamiento y realineamiento internacionales en curso. De esta manera, aunque el asunto seguramente requiere un seguimiento y análisis más profundos, es posible observar varios aspectos sobresalientes:
En primer lugar, las votaciones parecen aportar evidencia de que Estados Unidos se mantiene como un primus inter pares entre las grandes potencias del sistema internacional actual. A pesar del continuo deterioro o declive relativo de su poderío, así como de su nefasto récord histórico como potencia iniciadora de intervenciones militares y guerras —en franca contravención del derecho internacional, así como de las normas del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos—, Estados Unidos ha logrado aprovechar la intervención bélica de Rusia contra Ucrania para erigirse en una especie de paladín de la moral y de la justicia globales. Los 141 y 140 votos conseguidos en las dos primeras resoluciones, respectivamente, así lo expresan.
En segundo lugar, con relación a la tercera resolución aprobada, si bien los 93 votos obtenidos para conseguir la suspensión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos representan una cifra significativa, es un resultado que requiere cierta matización. Aunque Estados Unidos y sus aliados se apuraron en calificarlo como un “abrumador” éxito político y diplomático, resulta notable la disminución de los votos favorables, en comparación con los registros alcanzados en las dos primeras resoluciones. De hecho, la tercera resolución fue aprobada sin siquiera alcanzar la mayoría simple de los 193 Estados miembros de la ONU.
Sin embargo, podría ser prematuro y tal vez erróneo interpretar esa disminución de los votos favorables como la expresión de una rápida pérdida de apoyo a la posición de Estados Unidos y sus aliados sobre la guerra en Ucrania. En su lugar, la explicación más plausible parecería encontrarse en el hecho de que, con la tercera resolución, el bloque occidental habría tensado demasiado la cuerda y herido las sensibilidades de muchos gobiernos alrededor del mundo, sobre todo aquellos que habitualmente son objeto de acusaciones en materia de derechos humanos, o que apreciaron que la resolución adoptada representa un grave precedente, en cuanto a la aplicación de dobles raseros y la vulneración de los mecanismos de investigación imparcial que deberían preceder la adopción de una medida tan drástica en el marco del sistema de las Naciones Unidas. Al respecto, según un reporte de la Voz de América, al comentar sobre las críticas de que la decisión habría sido prematura y que se debería haber esperado por los resultados de una comisión de investigación sobre los sucesos en Ucrania, la embajadora estadounidense ante la ONU habría sido enfática al señalar que, si se hubiera actuado de esa manera, «no habríamos ganado», en lo que pudiera interpretarse como un sorprendente desliz o una confesión involuntaria.
En tercer lugar, las votaciones han reflejado la notable división de América Latina y el Caribe, si bien no se trata de un rasgo exclusivo de nuestra región, pues sucedió igualmente en los casos de África y Asia. La mayoría de los países latinoamericanos y caribeños optaron por sumarse al bloque condenatorio de Rusia, aunque las dos naciones con mayor peso regional (Brasil y México) no apoyaron la tercera resolución y otras cinco no apoyaron ninguna de ellas. En cualquier caso, esta división política regional ante un tema tan trascendental de la política internacional contemporánea pone en entredicho la relevancia efectiva de la CELAC como foro de concertación política, de cara al mundo post unipolar en proceso de configuración.
Por último, es pertinente apuntar que quienes se han apresurado a criticar las posiciones asumidas por Cuba en las votaciones, con el argumento de que supuestamente conducirían a un aislamiento internacional del país o a identificarlo como parte de un reducido grupo de “parias” internacionales, deberían reevaluar tal aseveración considerando su ubicación dentro de un grupo que incluye a cuatro (China, India, Rusia y Sudáfrica) de los cinco países integrantes de los BRICS, así como a otras naciones con un importante peso económico y político en sus respectivas regiones.
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Notas:
1 Téngase en cuenta que el enunciado “no apoyaron” incluye a países que no votaron, se abstuvieron o votaron en contra de las resoluciones.
2 Un pequeño número de países no se ajustaron a ninguno de esos tres criterios al votar (o dejar de hacerlo) sobre las resoluciones: Botsuana, Brunéi y Somalia (apoyaron la primera, pero no apoyaron las dos siguientes); Comoras y Dominica (apoyaron la primera y la tercera, pero no votaron sobre la segunda); y Bangladés, Irak, Senegal y Sudán del Sur (no apoyaron la primera ni la tercera, pero sí la segunda).
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