Este artículo presenta cuáles son las bases para los análisis sobre las venideras elecciones presidenciales y a qué estrategias está apostando el partido demócrata
Denysse Fundora Agrelo. Investigadora del CIPI
Aunque las elecciones generales en Estados Unidos ocurrirán el 5 de noviembre, el proceso que conduce a ellas comienza con varios meses de antelación. Definir quién ganará la presidencia o qué partido obtendrá la mayoría en las cámaras del Congreso es, en este momento, un ejercicio cargado de incertidumbre.
Este artículo presenta cuáles son las bases para los análisis sobre las venideras elecciones presidenciales y a qué estrategias está apostando el partido demócrata. El caso republicano se abordará en un trabajo posterior.
Los puntos de partida para los análisis sobre los venideros comicios radican en que, en primer lugar, se tratará de una elección reñida, definida en unos pocos estados y por muy escasos votos —probablemente menos de 100 000—. En segundo lugar, el escenario actual apunta a que Donald Trump y Joe Biden serán los candidatos de sus respectivos partidos y, por último, el mapa electoral que sirve de base para las elecciones de 2024, es el resultante de las elecciones de 2020.
El mapa que permite comprender las elecciones presidenciales se basa en aquellos estados que están virtualmente asegurados por uno u otro partido y distingue los que son más difíciles de adjudicar. Estos últimos son los que definen el resultado final y a los que los partidos destinan mayor atención y recursos. Se les conoce como estados clave, pendulares o estados en disputa.
Para las presentes elecciones presidenciales se consideran dentro de esta categoría a Arizona (11 votos electorales, ganada por 10 457 votos[1]), Georgia (16 votos electorales, ganada por 11 779 votos[2]), Wisconsin (10 votos electorales, diferencia de 20 682 votos), Pennsylvania (19), Nevada (6) y Michigan (15). Otros estados que resultarán de interés serán: Carolina del Norte (16), New Hampshire (4) y Florida (30).[3]
El mapa de 2020 es el que le dio la victoria a Biden, por lo que el objetivo demócrata es defenderlo o expandirlo. En teoría, su camino a la victoria parece más claro por los siguientes motivos:
El mapa de los republicanos es más complejo que el de los demócratas y no se conoce una estrategia partidista clara, si es que existe. Su mayor posibilidad de victoria es ganar los tres primeros estados que se mencionaron y los más reñidos en 2020: Arizona (ganada por 10 457 votos), Georgia (por 11 779 votos) y Wisconsin (por 20 682 votos). El dato relevante es que deben ganar los tres. En caso de perder uno, están obligados a apostar por una combinación que obligatoriamente incluya a Pennsylvania, el mayor de los estados en disputa.
El partido demócrata le está apostando a la reelección de Joe Biden. La estrategia declarada de su campaña es proteger los estados ganados en 2020 —Wisconsin, Arizona, Georgia, Pennsylvania, Nevada, Michigan y New Hampshire— e intentar ampliar el mapa al expandir su campaña a Carolina del Norte y Florida, a donde ya están destinando fondos. La táctica de ubicar recursos en estos dos últimos estados puede estar más relacionada con desgastar a los republicanos, al obligarlos a defender estos estados, y no tanto con sus posibilidades reales de victoria.
La campaña de Joe Biden ha publicado hasta la fecha tres memorandos sobre su estrategia para las elecciones de 2024: el 18 de mayo, el 2 de noviembre y 21 de diciembre de 2023. Según estos documentos, las fortalezas de la campaña de Biden radican en:
Dentro de los principales desafíos, la campaña destacó la fragmentación del mercado mediático, el rescate del voto de los jóvenes y cómo aprovechar el fortalecimiento de los sindicatos. Para ello, se han apoyado en una temprana campaña comunicacional en estados clave y hacia sectores del electorado, así como en los surrogates.[6] En este sentido, declara que en las primeras semanas del año tendrán cubiertos todos los puestos de liderazgo de la campaña en los estados clave, necesarios para conducir el trabajo con un enfoque local y establecer bases sólidas con vista a los meses más próximos a las elecciones.
A diferencia de otros candidatos recientes como el propio Barack Obama, Biden decidió centrar sus operaciones de campaña, incluidos temas organizativos y de recaudaciones de fondos, en el Comité Nacional Demócrata (DNC, por sus siglas en inglés). Esta decisión permitió canalizar fondos donados a la campaña de Biden para reforzar el Partido con vista a las elecciones de medio término de 2022 y las generales de 2024, de modo que resultaran beneficiados otros candidatos demócratas en distintas instancias.
La campaña que le dio la victoria a Biden en 2020 fue singular, ya que ocurrió durante la pandemia por COVID-19 y luego de 4 años de Donald Trump al frente de la Casa Blanca. Esto implicó, entre otros temas, una reducción notable de eventos de campaña presenciales —los que permitieron una menor exposición pública de Biden—, un mayor uso de plataformas digitales, facilidades para el voto temprano y el voto por correo, y el impacto para el candidato republicano de su caótica gestión de la pandemia.
El hecho de que la campaña de Biden tenga matemáticamente más caminos viables hacia la victoria no constituye una garantía. El actual escenario constituye un desafío por los contrastes con aquel que le permitió ganar en 2020, a los que se suman mayores cuestionamientos sobre la edad y capacidades de Biden. En este sentido, es positivo que su campaña iniciara acciones comunicativas tempranas en los estados pendulares y resulta clave el hecho de que estén organizando una fuerte operación de surrogates.
Por otro lado, los temas que la campaña cita como fortalezas presentan fracturas importantes, las cuales pueden afectar sus perspectivas de éxito.
Sectores clave del electorado demócrata han comenzado a restarle apoyo a Biden, especialmente los afroamericanos, hispanos y jóvenes, como demuestran recientes encuestas de Suffolk University/USA Today,[7] NBC News[8] y The New York Times/Siena College[9]. Es notable el caso de los jóvenes, quienes han expresado descontento con Biden en temas como el cambio climático, las deudas estudiantiles y el apoyo a Israel. Además, también ha disminuido el apoyo a Biden entre los independientes.[10]
El actual presidente también le apuesta a la protección de la “democracia” estadounidense, sin embargo, solo el 28% de los estadounidenses está satisfecho con cómo esta funciona. La última cifra más baja fue tras el asalto al Capitolio, el 6 de enero de 2021.[11]
El índice de aprobación del actual presidente es de un 39% según Gallup[12] y el promedio de encuestas de FiveThirtyEight.[13] La estadística es baja y se encuentra a unos 15 puntos debajo de su aprobación en los primeros meses de 2021.
A ello se suma que la percepción sobre el estado de la economía es negativa,[14] a pesar de contar con índices favorables —especialmente la disminución del desempleo a índices cercanos al pleno empleo[15]— y la implementación de los mayores programas de inversión pública en varias décadas, incluyendo dos con apoyo bipartidista: el de infraestructura y el de desarrollo de semiconductores. En ello, el impacto de la inflación desempeña un papel importante, ya que es fácilmente perceptible en temas sensibles y cotidianos como el precio de la gasolina, la renta y los comestibles. Además, los resultados de las grandes inversiones en infraestructura toman tiempo y Biden está compitiendo con funcionarios locales, quienes se están adjudicando el crédito. De manera general, se espera que la economía sea un tema central con vista a las elecciones generales de 2024.
Biden es un presidente que busca reelegirse, con varias opciones dentro de su mapa electoral, con índices económicos favorables, con importantes iniciativas legislativas aprobadas, cuyo posible contrincante se enfrenta a 91 cargos en cortes. Sin embargo, sus perspectivas de victoria han tendido a debilitarse: con 81 años, múltiples errores en intervenciones públicas, encuestas negativas, bajo índice de aprobación, un debilitamiento en sectores clave de su base electoral y un escenario distinto a aquel que le dio la victoria en 2020.
[1] Estos votos son los que aporta cada estado al colegio electoral. Para ganar las elecciones presidenciales, es necesario obtener 270 votos electorales como mínimo.
[2] En este caso se hace referencia al voto popular.
[3] Para más información sobre los estados pendulares: https://www.cipi.cu/elecciones-presidenciales-2024-la-lucha-en-los-estados-clave/.
[4] Las elecciones de medio término ocurren entre dos elecciones generales, cada dos años. En ellas se elige un tercio del Senado y la totalidad de la Cámara de Representantes. En 2022, los pronósticos indicaban que los republicanos obtendrían una victoria abrumadora; sin embargo, los Demócratas retuvieron el control del Senado y los Republicanos lograron la mayoría de la Cámara, pero por una diferencia mínima.
[5] NHPI, por sus siglas en inglés.
[6] Término que se refiere a personas que realizan intervenciones públicas a nombre de un candidato o funcionario electo, con el propósito de promover, defender o explicar la agenda de aquel. Pueden ser personal de la campaña, otros funcionarios electos, celebridades o expertos en determinados temas.
[7] https://thehill.com/homenews/campaign/4383903-trump-leads-biden-among-hispanic-young-voters-poll-2024-election/.
[8] https://www.nbcnews.com/politics/2024-election/poll-bidens-standing-hits-new-lows-israel-hamas-war-rcna125251.
[9] https://www.nytimes.com/interactive/2023/11/07/us/elections/times-siena-battlegrounds-registered-voters.html.
[10] https://news.gallup.com/poll/513305/democrats-ratings-biden-slip-overall-approval.aspx.
[11] https://news.gallup.com/poll/548120/record-low-satisfied-democracy-working.aspx.
[12] https://news.gallup.com/poll/547763/biden-ends-2023-job-approval.aspx .
[13] https://projects.fivethirtyeight.com/biden-approval-rating/.
[14] https://news.gallup.com/poll/1609/consumer-views-economy.aspx .
[15] https://thehill.com/business/4391118-surprise-jobs-data-gives-boost-to-biden/.
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