La nueva presidencia iraní ha declarado un giro en las prioridades de la política internacional
Investigadora del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI)
La toma de Kabul por los Talibanes constituyó otra vuelta de tuerca. Los análisis desde las más disimiles voces internacionales de la politología auguraron una derrota escalonada para el Imperio “tiosamiano” bajo la evidencia de la pérdida de uno de los bastiones más importantes para el logro del control de un espacio intercontinental, de un heartland similar al augurado por el legendario Mackinder en 1904 (1), de un jaque sin mate para tres de los principales enemigos geoestratégicos con puntos de cercanía geográficos, y también políticos: Rusia, China e Iran.
Sin embargo, al analizar el nuevo escenario resultante tras la retirada de las tropas estadounidenses dos cuestiones emergen con urgencia: la inestabilidad en tierra afgana, que puede ser vista como un patrón intencional desde el Pentágono para fragmentar el equilibrio regional circundante a los países antes mencionados (situación coherente también para Israel en su búsqueda constante de debilidad para Teheran), y la respuesta ante ese escenario desde una mayor cohesión entre aquellas tres naciones que solo resultaría en la concreción de un sólido bloque con fortalezas dadas también desde la diversidad: cultural, económica, política, defensiva y científica. Esta segunda cuestión parece imponerse
La conversión de la República Islámica de Irán en miembro pleno de la Organización de Cooperación de Shanghái (SCO, por sus siglas en inglés) este Septiembre es una muestra del impulso a los acontecimientos de articulación regional, acelerado por la salida de las tropas estadounidenses del país centroasiático.
Y ha sido un impulso porque varios son los hechos que previamente han condicionado dicha membresía, pues no han sido pocos los manejos diplomáticos logrados en años precedentes, aunque los sucesos políticos de 2021 sean definitorios.
Principales vínculos bilaterales y multilaterales de Irán con países asiáticos
La iniciativa china de la Franja y la Ruta opta dentro de sus objetivos inmediatos por la seguridad regional en Asia Central y Occidental. El enfoque desde Beijing por consolidar nexos con países de esas áreas son una muestra de su constante desvelo por el combate frente a lo que llama “the three evils” (三個勢力): terrorismo, separatismo y extremismo.
The three evils forces (2), como también se conoce, emergió en 2001 durante la primera cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái como uno de los principales conceptos guías para la lucha por la estabilidad y seguridad en los cuales poner esfuerzos.
Independientemente de que el bloque naciera del pequeño grupo (hoy suman nueve miembros) conocido como “Los cinco de Shanghái” (China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán), que sesionaron entre 1996- 1997 para parlamentar sobre asuntos fronterizos (3), y de que a partir de su constitución en el siglo XXI bajo nuevo formato incluyera la colaboración económica, política, científica y cultural, hoy el énfasis es dado en el ámbito defensivo.
Los constantes acuerdos bilaterales entre Pekín y Teherán hacen reverencia no solo a garantizar la eficiencia y permanencia de las obras infraestructurales y del mercado que respaldaran la iniciativa china, asi como la respuesta de un socio económico importante para los crudos momentos que vive la nación persa, sino también una consecución de los objetivos del bloque regional.
En entrevista en marzo de 2021 durante una visita a Arabia Saudita, el Ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, expresaba: “Oriente Medio es una región perteneciente a los pueblos de Oriente Medio, y la resolución fundamental (…) para salir del caos y gozar de estabilidad radica en liberarse de la competencia geográfica entre las grandes potencias y explorar un camino de desarrollo con peculiaridades de Oriente Medio con un espíritu independiente; radica en eliminar la presión e interferencias externas y construir una estructura de seguridad que tenga en cuenta las preocupaciones legítimas de todas las partes de una manera inclusiva y de reconciliación.” (4)
En marzo de 2021 la firma bilateral entre China y el Estado medioriental del Acuerdo de Asociación Estratégica Integral por 25 años, que prevé la colaboración política, económica y militar, representa la más clara expresión de una fortalecida alianza. Por ello, para 2021 igualmente, el jefe de la diplomacia china, protagonizó una visita a tierra iraní, figurando como la estancia de más alto nivel desde la efectuada en 2016 por el Presidente Xi Jinping; durante el viaje el ex Canciller persa Mohammad Yavad Zarif manifestó que estaban comprometidos “a profundizar la cooperación con China y promover la Asociación (…) a un nuevo nivel.” (5)
Además de este pacto de consecuencias tectónicas para los intereses en el área medioriental de potencias occidentales, en especial de Washington, otro de los pasos importantes que antecedieron a la suma de Iran como miembro pleno del grupo de Shanghái lo constituyen los acercamientos entre esa nación y la Unión Económica Centroasiática (UEEA, por sus siglas en ingles).
Desde la parte iraní han quedado declaradas las intenciones de sumarse como parte de este organismo multilateral, cuyo basamento es marcadamente económico. En visita a Rusia en febrero de 2021, el Presidente del Parlamento persa, Mohammed- Baguir Qalibaf, declaró que su país “planea unirse a la Unión Económica Euroasiática liderada por Rusia” (6). Precisamente Rusia, Kazajistán y Kirguistán, repiten (con relación al SCO) como miembros de esta estructura.
La UEEA asume políticas comunes en campos como la industria, las aduanas, el transporte, la macroeconomía, las regulaciones antimonopolio y posibilita la libre circulación de mercancías; aspectos estos que revestirían gran importancia para la reanimación económica de Iran.
En mayo de 2018 ambas partes refrendaron un acuerdo temporal que constituyó el paso precedente para las conversaciones sobre la formación de una zona de libre de comercio. Aunque tuvo su apertura transitoria en 2019, las negociaciones por la creación de una de tipo permanente se iniciaron en agosto del actual año. (7)
Si bien los acercamientos a varios mecanismos de integración se han fortalecido no se deben soslayar los crecientes vínculos bilaterales con la República de la India y los países vecinos de Asia Central.
Los lazos Teheran- Nueva Delhi no solo apuntan al petróleo y el gas, sino también al sector bancario, los seguros y el desarrollo de corredores comerciales. Entre los grandes acuerdos bilaterales está el logrado en diciembre de 2018 que suscribía el abandono del dólar estadounidense en la actividad comercial. Al igual que con Emiratos Árabes Unidos, la rupia pasó a ser la moneda de cambio durante los procesos de importación, por parte de la India, del petróleo iraní. (8)
Igualmente, en 2018, y en conjunto con Rusia, ambas naciones se enfocaron en el empuje del proyecto del Corredor de Transporte Norte-Sur Internacional (INSTC, por sus siglas en inglés) de 7 mil 200 km. La nueva ruta busca ser una opción de recorrido más cercana que la ofrecida por el Canal de Suez; pretende unir al Océano Índico y el Golfo Pérsico con Rusia y Europa.
El recorrido implicará transporte ferroviario y marítimo, pasando por ciudades importantes como: Bandar Abbas (Golfo), Bandar Anzali (Mar Caspio) y Astrajan (Rusia). “La capacidad anual estimada del INSTC será de entre 20 y 30 millones de toneladas métricas de bienes” (9). Además, reduce los gastos en un 40 % por ciento en relación con la vía del Mar Rojo hacia el Mediterráneo.
Otro gran esfuerzo bilateral lo representa el puerto Chabahar de la provincia iraní Sistan- Baluchistan. Es una nueva ruta de libre comercio manejada por India para llegar a destinos como Afganistán u otros puntos de Asia Central, sin tener que depender del territorio nacional de Paquistán. Se inauguró en octubre de 2017 con un cargamento de trigo (1,1 millones de toneladas) embarcado en el puerto indio de Kandla para, luego de arribar a Irán, ser transportado en camión hacia territorio afgano.
Este proyecto deviene desde mayo de 2016, cuando los gobiernos de Irán, Afganistán e India firmaron el Acuerdo de Chabahar, una iniciativa para crear una red de transporte regional. (10) El acuerdo para desarrollar dicha instalación alcanzó los 85, 21 millones de dólares. (11) El muelle de Shahid Beheshti será administrado por diez años por la compañía india Indian Ports Global Ltd (IPGL), firmante del convenio con la persa Arya Bandar.
Con Asia Central también destacan otras colaboraciones, resaltando el papel de la gestión conjunta del Mar Caspio para los países que lo comparten y la importancia de Iran, por sus ventajas geográficas, para los países sin litoral. Mediante la Organización de Cooperación Económica (OCE) las relaciones con varios países, también de la SCO, se han consolidado: Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán.
Por ejemplo, para Kazajistán la nación persa representa una ruta rápida para el comercio exterior de su gas y petróleo, ademas de ser aquel país una de las mayores reservas de uranio a nivel internacional [25%] (12), por tanto posee importancia en la obtención de energía a escala mundial, dato de interés para los propósitos nacionales nucleares iraníes.
Asi, la cooperación “permite a Kazajistán el uso de los puertos iraníes para dar salida a sus mercancías. A su vez, Kazajistán considera a Irán un gran mercado de consumo agrícola para su producción de grano, el zinc, la plata o el fosfato.” (12)
Por su parte, el caso tayiko es de relevancia para la historia cultural de Persia, pues poseen lazos étnico- religiosos de trascendencia, al punto de considerarse a Tayikistán como parte del llamado Gran Iran. (13)
Mientras, Uzbekistán consolida nexos con Teherán en relación con la lucha contra el terrorismo y el extremismo de perfil islámico. Ha sido escenario de concertación y debate la Conferencia de Interacción y Medidas de Confianza en Asia (CICA, por sus siglas en inglés), que persigue el logro de la paz y la estabilidad en el continente.
Administración Raisi, giros en la política exterior y la integración regional
La nueva presidencia en la República Islámica de Iran ha declarado un giro en las prioridades de la política internacional: no tanto Occidente, más el Oriente y los vecinos cercanos. A inicios de septiembre de 2021 ratificaba: “La República Islámica de Irán considera a los países y naciones vecinas como sus ‘parientes’ y considera que la prioridad más importante y principal de su política exterior es promover las relaciones con los países vecinos y quiere su dignidad y respeto”. (14)
Ciertamente no es de extrañar la ascensión de su país como miembro pleno de la Organización de Cooperación de Shanghái. La voluntad iraní siempre existió, aunque era miembro observador desde 2005 había solicitado dos veces la categoría de permanente, pero en ambas fue rechazado, fundamentalmente por su cualidad de país sancionado a raíz de los conflictos por su programa nuclear nacional.
Si algo extrañaría ahora es que la cualidad de sancionado permanece: ¿qué ha hecho cambiar de opinión a los otros miembros?, ¿se busca mostrar un desafío ante las amenazas y sistema internacional de coacciones que provienen desde Estados Unidos?; puede ser. Esa adición no es más que una consecuencia inevitable de una realidad donde Teheran no está aislado, ha estado trabajando desde el respeto a las diferencias por un lugar prioritario en la fiesta del reparto de poderes regionales.
Todos los movimientos geopolíticos y lazos económicos antes expuestos entre Iran y países vecinos, asi como con potencias emergentes como India y nucleares como China y Rusia, demuestran que la relación de poderes en el sistema internacional ha ido modificándose, pero en esta área más aun con un tono preventivo, tono no de raíz endógena por sí sola, sino de estructura defensiva ante amenazas regionales con fuerte influencia externa. Afganistán ha sido eso, un bastión perdido por Occidente que solo ha traído de positivo un empuje hacia una mayor integración y fortalecimiento en la zona asiática. Al sumar a Irán, la Organización de Cooperación de Shanghái lo ratifica.
Referencias bibliográficas:
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