Si bien la región de América Latina y el Caribe no se ubica como prioridad en los documentos estratégicos de seguridad nacional y política exterior de EE.UU., otorgándole ese espacio a la región de Asia-Pacífico y a actores como China y Rusia, es innegable la importancia geoestratégica y geoeconómica que siempre ha detentado la región
Por Lisdamy Pupo Pérez
INTRODUCCIÓN
Mediante la aplicación de la Doctrina Monroe, surgida en 1823, EE.UU. ha manifestado y justificado históricamente[1] su posición hegemónica ante la región de América Latina y el Caribe[2]. La visión de “América para los americanos” no se refería, como su enunciado puede dar a entender, a la pertenencia natural de la región para toda persona nacida en ella, todo lo contrario. Esta concepción estadounidense sintetizó las ansias de dominio de la región latinoamericana y caribeña por el propio EE.UU. sin sombra de ningún otro Estado extracontinental.
De modo que a través de los años se ha catalogado a la región de América Latina y el Caribe como el “patio trasero” de dicha superpotencia, lo que le proporciona siguiendo su lógica imperial, el supuesto derecho de servirse de ella en todos los ámbitos. Esta situación despertó, a través de la historia “nuestroamericana[3]” reacciones de enfrentamiento y luchas populares.
El mandato presidencial de Donald Trump (2017-2021) representó un parteaguas para la política exterior estadounidense, dejándola prácticamente en una crisis de credibilidad. La retirada de varios foros y mecanismos multilaterales como el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), el acuerdo nuclear con Irán (JCPOA, por sus siglas en inglés), el Pacto de la ONU sobre Migración y su no participación en la Cumbre de las América de 2018, entre otros; así como su posición como rico magnate con inexperiencia en las relaciones internacionales, hizo que se nucleara de expertos y altos funcionarios de gobiernos precedentes especialistas en asuntos de política exterior y seguridad nacional, gran parte halcones, para implementar esta cartera de gobierno, lo que dejó a la buena voluntad de estos las decisiones en este campo, si bien el Consejo de Seguridad Nacional estadounidense tiene la misión de asesorar al presidente en estos asuntos. El nacionalismo feroz, la misoginia y el desprecio al migrante caracterizaron la gestión del presidente Trump. Valedero es recordar sus primeras órdenes ejecutivas dirigidas a restringir la migración hacia territorio estadounidense por parte de países musulmanes.
Al asumir la presidencia Joseph Biden (2021-2024) armó un equipo de expertos en política exterior que en muchos casos habían trabajado durante la administración Obama. No obstante, contrario a lo que muchos especialistas pensaron, su proyección exterior no ha sido muy diferente a la de Trump. .
De igual forma, en un contexto signado por un sistema internacional en transición, donde EE.UU. ha visto mermar su liderazgo hacia uno de matiz multipolar, América Latina y el Caribe se erige como región donde EE.UU. enfrenta una rivalidad geopolítica por cuotas de mercado y recursos naturales.
DESARROLLO
Si se aprecia el orden de prioridad dado a las diferentes regiones del mundo en la Estrategia de Seguridad Nacional de EE.UU de 2022, se puede constatar que nuestra región no ocupa un lugar preponderante. No obstante, “Estados Unidos todavía sigue siendo el principal socio comercial de la región y su segunda mayor fuente de inversión extranjera directa, después de la UE.” (Castro Alegría; R.F.; 2023)
Sin embargo, recientes declaraciones de la jefa del Comando Sur, Laura Richardson, han sentenciado la importancia de la zona, al referirse tácitamente como que “Esta región importa” (Easley, M.; 2023), al tiempo que mostró preocupación por la “agresiva expansión” de China y Rusia y reconoció la importancia ante la presencia de recursos naturales como el litio.
La presidencia de Joseph Biden el 20 de enero de 2021 concordó con la elección en la región de gobiernos progresistas; a saber: “México (2018), Argentina (2019), Bolivia (2020), Perú (2021), Honduras (2022), Colombia (2022), Chile (2022) y Brasil (2023)”(Castro Alegría; R.F.; 2023; 11). Ejemplo de lo anterior fue la visita del secretario de Estado, Anthony Blinken, en octubre de 2022 a Colombia, Chile y Perú. (Ídem)
En el caso colombiano, se busca hallar puntos de contacto con el gobierno de Gustavo Petro, de ahí las visitas de funcionarios estadunidenses a dicho país antes de su elección. Castro Alegría comparte la visión de que para Biden es importante mantener al que históricamente ha sido el aliado latinoamericano más cercano a Estados Unidos; más allá de las preferencias ideológicas de quien ocupe la presidencia colombiana.(González y Winter, 2023, citado por Castro Alegría, R.F.; 2023)
Destaca, por su parte, que ante el aumento del precio del combustible ocasionado por el conflicto ucraniano, EE.UU. haya desarrollado una política de aproximaciones hacia Venezuela al “realizarse intercambios de prisioneros y en una licencia otorgada por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos para que la multinacional estadounidense Chevron opere en Venezuela por seis meses”. (Castro Alegría; R.F.; 2023)
Desde el fin de la Guerra Fría, EE.UU. necesitó establecer un enemigo constante que justificara el empleo de instrumentos económicos en su política exterior que han sido utilizados como parte de su estrategia imperial. En ese sentido, destacan las medidas económicas impuestas como parte del bloqueo de EE.UU. a nuestro país, con una aplicación extraterritorial “constituyendo uno de los ejemplos sobresalientes del empleo de instrumentos económicos por parte del gobierno estadounidense con fines políticos, subversivos para conseguir el cambio de régimen o el derrocamiento del gobierno cubano” (Fernández Tabío, L. R.; 2020 y 2023), así como las sanciones económicas impuestas contra Venezuela [4]o Nicaragua con el objetivo de lograr objetivos políticos y frenar la influencia de estos países en el concierto de naciones de la región.
La celebración de las elecciones de medio término en noviembre de 2022, donde los Demócratas buscaban retener su ventaja en ambas Cámaras, puede haber explicado algunas posiciones de acercamiento y flexibilización que hubo hacia Venezuela y hacia Cuba en 2022. En ese sentido resaltan las conversaciones con Venezuela en relación con la oferta de petróleo en el contexto del conflicto ucraniano y las medidas hacia Cuba de mayo de 2022. (Departamento de Estado; 2022)
No obstante, prosigue la política del garrote y la zanahoria, esta vez al retomar la orden ejecutiva de Barack Obama en la que se declara a Venezuela una “amenaza inusual y extraordinaria contra la política exterior y de seguridad nacional de EE.UU” (White House; 2024), lo que se justifica en el contexto de realizarse en dicho país sudamericano elecciones presidenciales.
Otro instrumento económico utilizado en la región es laAlianza para la Prosperidad Económica de las Américas, cuya primera reunión de altos mandatarios, buscó poner en práctica dicho instrumento económico, el cual pudiera ser utilizado por EE.UU. como complemento de su política con el fin de “de poner un frente al avance indetenible de los intereses de China, Rusia y los BRICS (…)”(Paz, J. J. & Cepeda, M.; 2023)
EE. UU. contra China y Rusia en América Latina y el Caribe
Nuevas dinámicas en el escenario internacional han hecho emerger otros centros de poder[5] con amplia influencia en los frentes económico-comercial, financiero, geopolítico, cultural y militar que se han contrapuesto a la hegemonía estadounidense, teniendo esto una connotación especial en las concepciones de seguridad nacional y política exterior de EE.UU. La República Popular China y la Federación de Rusia son dos de estos ejemplos; de forma que han sido calificados en las diferentes Estrategias de Seguridad Nacional estadounidenses como actores capaces de ser rivales de Estados Unidos.
Por su parte, es importante referirse a las declaraciones de la Jefa del Comando Sur, Laura Richardson, quien mostró preocupación por la “agresiva influencia”(Richardson, L.; 2023) de ambos países en esa región, al tiempo que reconoció la importancia de dicha zona ante la presencia de recursos naturales como el litio.
En resumen: ante esta realidad y la importancia de la zona para EE.UU., este aplica herramientas de su poderío nacional para tratar de contrarrestar dicha influencia y prevalecer en su “área de influencia natural”, lo que convierte a América Latina y el Caribe en una zona de amplia rivalidad geopolítica ante el relativo declive de la hegemonía estadounidense.
IX Cumbre de las Américas.
La IX Cumbre de las Américas, realizada en Los Ángeles California en 2022, representó un partegauas en lo relativo a la política exterior estadounidense hacia nuestra región. Las declaraciones estadounidenses que rechazaban la participación de Cuba, Nicaragua y Venezuela en el cónclave realzaron el sentir latinoamericanista y soberano de varios países de la región. México, Argentina, Honduras y varios Estados del Caribe defendieron la participación inclusiva de todos los pises de la región sin exclusiones.
En conclusión: la IX Cumbre de las Américas fue evidencia de la pérdida de liderazgo en la región por parte de EE.UU., al tiempo que fortaleció a los gobiernos progresistas que aunaron voluntades en ser una voz contestaria a Estados Unidos. Además, se demostró que el imperio estaba solo en su retrógrada política hacia Cuba, lo que demeritó aún más la imagen del presidente Biden y retrotrajo su política hacia la región.
Migración
Al llegar a la Casa Blanca, Biden quiso diferenciarse de su predecesor en cuanto a su política migratoria. En ese sentido, presentó un proyecto de reforma migratoria denominada U.S. Citizenship Act of 2021., el cual no fue aprobado en el legislativo; de ahí que haya tenido que utilizar sus prerrogativas ejecutivas para emprender acciones sobre este tema[6].
El tema migratorio fue uno de los abordados en la IX Cumbre, a la cual no asistieron los mandatarios de México, Honduras, El Salvador y Guatemala[7], países clave para la atención a dicho fenómeno. Plantea Valeria Carbone que dichas ausencias también expresaron las inconformidades ante la determinación unilateral de EE.UU. en relación con el destino de fondos privados e inversiones para la creación de “oportunidades económicas” en dichos países. (Carbone, V.; 2022; 13)
La migración ha sido un aspecto a través del cual EE.UU. ha tratado de apuntar a México cuando sus causas son de diversa índole y algunas provocadas por el propio EE.UU. como parte de sus políticas de sanciones hacia nuestros pueblos y las consecuencias de siglos de dependencia y deformación estructural en muchas de las naciones del Sur.
México, como país emisor, receptor y de tránsito de migrantes, ha abanderado la política de atender las causas de dicha situación, no solo a lo interno de sus fronteras, sino también propiciando oportunidades de desarrollo y trabajo en aquellos países de la región más desfavorecidos y que son la base de los movimientos migratorios que atraviesan el país. Hablamos por ejemplo de los miembros del Triángulo Norte de Centroamérica (El Salvador, Guatemala y Honduras), donde se han aplicado programas como Jóvenes Construyendo el Futuro, con el objetivo de proporcionarle oportunidades de superación y trabajo a los más jóvenes generaciones y que no tengan que emigrar buscando mejores condiciones, sino que sea en su propio país donde se desarrollen y actúen.
En esta coyuntura, México tiene un papel fundamental en su relación con EE.UU. En ese sentido destaca la reunión virtual sostenida entre Biden y AMLO el 2 de marzo de 2021, donde entre otros temas “acordaron desarrollar vías legales para la gestión de los flujos migratorios existentes entre ambos (incluidos los procedentes de Centroamérica) y ratificaron su compromiso compartido con el Tratado México-Estados Unidos-Canadá suscrito a mediados de 2018 por las administraciones de los ahora expresidentes de ambos países, Donald Trump y Enrique Peña Nieto.” (Suárez Salazar, L.; 2021)
Tras la entrada en vigor del T-MEC ha habido una serie de puntos de contradicción como lo relativo a la implementación de paneles para solucionar controversias en el tema laboral, aspecto de nueva factura si se compara con el anterior Tratado, o lo relativo a la participación de empresas estadounidenses en la economía mexicana y las decisiones soberanas del gobierno de López Obrador que supuestamente laceran estos intereses y que ha sido punto de discordia por parte de empresarios estadounidenses.
Resaltan en este sentido, la reforma eléctrica del gobierno mexicano la cual plantea el fortalecimiento de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), desplazando a las empresas corruptas o que han lacerado los intereses mexicanos, así como que el litio, mineral estratégico, sea propiedad de la nación para que no pueda entregarse contratos ni concesiones a particulares y mucho menos a extranjeros. (Gobierno de México; 2021)
Sin embargo, no todo ha sido color de rosas en dicha interacción. Ambos países necesitan cooperar, debido a su cercanía geográfica, su amplia interrelación económica y los múltiples temas que comparten. En tal sentido, la estabilidad al interior de sus respectivos países, es una prioridad para sus respectivas políticas interna y externa.
Cuba y Biden
Si bien en su campaña presidencial Biden auguró realizar una revisión de la política hacia Cuba, los hechos han hablado más que las palabras, lo que confirma la posición cada vez más declarativa que ejecutiva de la política exterior estadounidense (Cabañas Rodríguez, J. R.; 2024). Biden ha mantenido la política de máxima presión de su predecesor mediante la continuidad de medidas como la reactivación del Título III de la Ley Helms Burton y la designación de Cuba en la Lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo.
Según el autor Rafael González Morales, en su artículo “El factor electoral en la política de Biden hacia Cuba: el “miedo” a la Florida”, da como evidentes dos hechos en la conformación de la política de Biden hacia Cuba: “se decidió mantener la política de máxima presión heredada del gobierno de Trump” y “no se adoptó ninguna flexibilización durante los primeros 16 meses coincidiendo con la etapa más compleja de la pandemia en la nación cubana” (González Morales, R.; 2022). A su vez, ese mismo autor comparte la apreciación de varios analistas quienes explican esta situación tomando un cuenta el factor político-electoral, al calificarlo como “el miedo a la Florida”.( Ídem)
No fue hasta el 16 de mayo de 2022, que el gobierno estadounidense anunció “varias medidas positivas, pero de alcance muy limitado, con respecto a Cuba en materia de visas, migración regular, vuelos a provincias, remesas y ajustes a las regulaciones para transacciones con el sector no estatal”(Cubaminrex; 2022)
Según Cabañas Rodríguez (2024) queda claro que los argumentos que han obstaculizado las relaciones entre ambos países (supuestos ataques sónicos, bases chinas, etc) fueron falsos y que debido a la política actual se han producido desórdenes migratorios contrarios al “interés nacional” estadounidense.
CONCLUSIONES
La actitud asumida por gobiernos de signo progresista en la región ante la exclusión por EE.UU. de Cuba, Venezuela y Nicaragua de la IX Cumbre de las Américas, reforzó la pérdida de liderazgo de EE.UU y representó un cambio en la concepción tradicional de la política exterior imperial hacia nuestros países.
La atención al fenómeno migratorio se ha convertido en un tópico de suma importancia para la seguridad nacional estadounidense, a pesar de ser las políticas de sanciones de EE.UU. hacia la región uno de los factores de expulsión de migrantes, amén de iniciativas económicas regionales como laAlianza para la Prosperidad Económica de las Américas. El gobierno mexicano ha sido abanderado en atender las causas de este fenómeno a través de apoyos, iniciativas y programas tanto a las comunidades más desfavorecidas en su país como en otros países latinoamericanos.
La política exterior estadounidense hacia la región ha estado enfocada en contrarrestar la presencia de actores extrarregionales como China y Rusia. En ese sentido, tendrá que afrontar la realidad de que China siga siendo un actor de influencia en la región, que fortalece su accionar a través de la extensión del proyecto de la Franja y la Ruta de la Seda en nuestro continente, al tiempo que consolida mediante el foro China-CELAC, realidad a la que se opone EE.UU., al representar un desafío para su sistema de dominación mundial y regional. De igual forma, la influencia cada vez mayor de Rusia, también en el ámbito militar, despierta recelos al interior del sistema político estadounidense y es un indicativo más de la tendencia hacia la multipolaridad del sistema internacional.
La política de máxima presión hacia Cuba, continuidad de la aplicada por Donald Trump, lacera el propio “interés nacional” de EE.UU., al ser fuente de inestabilidad con ramificaciones en el tema migratorio, lo que se convierte en un tópico de preocupación para la seguridad nacional estadounidense.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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[1] No obstante lo planteado, diversos funcionarios estadounidenses como el exsecretario de Estado durante el gobierno de Barack Obama y actual enviado especial para el clima del presidente Joseph Biden, John Kerry, ha manifestado el fin de la Doctrina Monroe.
[2] En cuanto a Cuba, desde el nacimiento de la propia nación estadounidense, Benjamín Franklin, uno de sus padres fundadores expresó la necesidad de apoderarse de Cuba. De ahí que se remonte a esa época los deseos expansionistas estadounidenses por apoderarse de Cuba y no como se quiere hacer a partir del triunfo de la Revolución Cubana.
[3] Categoría atribuida al Dr. Cs. Luis Suárez Salazar.
[4] Una de las últimas acciones fue la incautación por EE.UU. de un avión venezolano.
[5] En el sistema internacional actual es evidente una tendencia a la multipolaridad, debido a la existencia y desarrollo de varios centros de poder en distintas esferas, más allá de EE.UU.
Ponencia presentada en el XV SEMINARIO DE RELACIONES INTERNACIONALES ISRI 2024
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